Por: @CamiNogales
Me tomé dos semanas después de conocer la noticia, para digerirla y escribir sobre este tema en particular. Después de leer titulares como “Esto responde Antinarcóticos por el avión con coca del esposo de Alejandra Azcárate”, “Abren indagación en base antinarcóticos por avioneta de pareja de Alejandra Azcárate” o “La narcoavioneta: el calvario que vive la familia de Alejandra Azcárate” y “El caso Azcárate”, entre otros, ver toda clase de memes, leer comentarios denigrándola, yo me pregunto qué responsabilidad tiene ella en el caso de su esposo, Miguel Jaramillo, y por qué no se alude a él, tratándose del verdadero protagonista de la noticia.
Es por esto que, cuando se habla de ese tema, nadie sabe el nombre del susodicho, sino que hacen referencia directamente a ella. No necesito ser abogada para saber que las responsabilidades son individuales y, por lo tanto, nada tiene que ver la Azcárate con lo ocurrido. Si el marido es culpable o inocente, tampoco me compete a mi, ni a nadie, diferente a un juez, establecerlo y actuar en consecuencia. Cabe recordar que “todo ser humano es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.
Hay muchas teorías sobre la relación de Jaramillo con esa avioneta. Que la sociedad, a la que pertenece la avioneta, se había disuelto, que el marido - perdón, de tanto leer sobre el tema se me pegó lo que tanto critico en este post de no referirme directamente a él, sino al parentesco con ella - se presentó como víctima, que el avión estaba en contrato de comodato…La verdad no entiendo nada, no tengo ni el contexto, ni la idoneidad para hacerlo y, por lo tanto, prefiero callar.
Tampoco logro entender esa cultura implacable para juzgar y denigrar de los demás, cuando pasan por momentos tan complejos. Son las autoridades las que tienen el deber de juzgar. Entretanto, a la Azcárate la están dilapidando en las redes sociales. Salieron todos sus ‘haters’ a regocijarse con la difícil situación que enfrenta, argumentando, además, que discrepan de sus posturas y les cae muy mal. Por lo tanto, consideran que gozan de la potestad de volverla añicos en redes sociales.
Reitero que Azcárate ni siquiera forma parte de una investigación y su indudable talento es lo único que la ha llevado lejos. No en vano, se presentó en Viña del Mar frente alrededor de 15.000 espectadores y obtuvo las gaviotas de Oro y de Plata.
Salió triunfante frente al ‘Monstruo’ de la Quinta Vergara - forma en la que, por obvias razones, se denomina al público de este festival -. Basta recordar cómo Xuxa salió llorando de ese escenario y prometió no volver jamás. Ese es el gran riesgo que se corre ante ese exigente público.
Soy incapaz de replicar uno solo de los comentarios que he leído en contra de la Azcárate. Lo que sí me doy cuenta es que la gente auténtica, que no busca caerle bien a los demás y dice lo que piensa, es la que peor cae. Peor aún si se trata de alguien exitoso. Esta es, precisamente, una de las razones por las que estos personajes se destacan, para bien o mal.
Lo que sí me consta, por experiencia propia, es que la gente buena no es la que busca siempre caerle bien a los demás. Esos que andan tan sonrientes por la vida, evitando decir algo impropio para ser aceptados, no son de fiar. Por algo, la diplomacia es un trabajo y la ejercen muy pocos.
Reconozco que, en un principio, apenas leí la noticia, hice comentarios desobligantes, de los cuales me arrepentí al reflexionar sobre la situación. Me entristece sobre manera la felicidad de muchas personas por la tragedia ajena, sobre todo, de figuras públicas. Aunque también ocurre con figuras no tan públicas.
Recuerdo mucho a una persona con quien trabajé que se molestaba cuando me pasaban cosas positivas; pero cuando se trataba de algo malo, ella desbordaba felicidad. ¡No lo disimulaba! Eso es más que envidia. Es una enfermedad de la cual desconozco su nombre.
Lo cierto es que, a pesar de que no conozco a Alejandra Azcárate, le manifiesto mi solidaridad y comparto la indignación por ese ultraje de palabras de las que ella ha sido víctima desde que se conoció esta noticia. Nada tiene que ver ella con lo que está pasando, ni le quita lo que se ha ganado con su experiencia, honestidad, talento, éxito y desparpajo.
She started speaking to the particular person on the opposite finish of the line, and she might hear her daughter, in her quietest 2-year-old voice, say, "Dad, shhhhhhh. Mommy's serving to people." As she thinks 카지노 사이트 about success tales, though, she remembers a current rare case when she heard again from a problem gambler. She asks if Mike wants to set up a session with a counselor, or if he is considering coming into formal therapy. He says he is scared, and he asks questions about whether or not he may need a problem. Callers regularly need someone on the opposite finish of the line to provide them an answer about whether or not they do or don't have a problem. There are quantity of} cardinal rules that the problem playing councils adhere to.
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