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martes, 29 de junio de 2021

Estoy mamada

 



Por: @CamiNogales

Este post nace como una necesidad de desahogo ante determinadas situaciones que han generado, en mi, un cansancio excesivo. Estos días no han sido los mejores por cuenta de la prolongación de la pandemia, el estallido social, la falta de socialización y  de esos problemas que nunca faltan, en fin…Todo este cúmulo de situaciones desencadenó en una especie de fatiga crónica y un halo de intolerancia hacia determinadas circunstancias.

La primera, como lo anoté anteriormente, es esta pandemia. Estoy mamada de ver las cifras del Ministerio de Salud sobre casos y muertes diarias, las cuales no son nada alentadoras. Esto ha producido una paranoia que limita las libertades y sale muy costosa. Se perdió el derecho a estornudar y a tener dolor de cabeza libremente. Uno solo de estos síntomas cuesta alrededor de $300.000. Uno paga dicha suma por la pérdida de la virginidad de ambas fosas nasales, a través de la prueba PCR, vía para corroborar el acecho de este virus en el cuerpo. 

Por la EPS esta prueba saldría más económica, pero se corre el riesgo de que el resultado llegue el día en que, en Colombia, alcancemos la inmunidad de rebaño. El temor y tristeza que producen miles de historias, con finales trágicos, lo convierten a uno en hipocondriaco que, al primer dolor de cabeza, procede a redactar su testamento. 

Los ‘seres espirituales y de luz’, con ínfulas de superioridad moral, me tienen mamada. Creo en la meditación, en la espiritualidad y en todas las terapias médicas que conduzcan a superar lo que no nos hace sentir bien, pero no soporto a esas personas que se creen superiores porque meditan, fungen ser felices a toda hora y presumen tener una energía superior a la de cualquier mortal. De ser así, no me explico por qué estos 'seres de luz' comparten este plano terrenal, con nosotros, los oscuros mortales. 

Hablar de política en un país polarizado es imposible. Los parentescos y las amistades pasan a un segundo plano porque los adeptos de ambos extremos asumen ser más inteligentes que los demás por cuenta de sus preferencias políticas. Sus contrarios, a su juicio, son unos completos ignorantes, con un déficit significativo de coeficiente intelectual. Esta falta de respeto y exceso de polarización hacen de las reuniones sociales un campo de batalla de alta tensión. El silencio, en medio de tanta testarudez, es la mejor opción. 

Pero ojalá la polarización se redujera solo a la política. Las discusiones y los insultos vienen también de aquellos que creen que James Rodríguez debe estar en la Selección Colombia y quienes aseguran lo contrario. De los que creen en las vacunas y los que no…Hasta el reggaetón polariza. Así las cosas, las conversaciones, sin distingo de tema, se transformaron en un deporte de alto riesgo. 

Amo las redes sociales aunque, en su mayoría, son un culto al ego. Con filtros y mensajes de optimismo y motivación, sus usuarios se alejan de la vida real. Esa que tiene altibajos, éxitos, fracasos, aprendizajes, alegrías, tristezas, días buenos, regulares, malos...Instagram es un derroche de filtros que simulan belleza, felicidad, éxito y prosperidad. Twitter es más real. A pesar de que en esta red predomina la soberbia intelectual, se percibe gente de carne y hueso, con los ires y venires propios de la vida.  

Pero lo que más mamada me tiene es el clima de Bogotá. Me asomo por la ventana, veo el sol, salgo a calentarme y empieza a llover. Las noticias también me tienen saturada pero mi ‘deformación’ profesional de Periodista, me impide vivir sin ellas. Vivo conectada a las redes, leo periódicos, escucho noticias, veo noticieros…soy una adicta y, lo peor, es que no estoy en proceso de recuperación, ni planeo estarlo. 

Estoy mamada de no poder ir a un concierto, de sufrir con la Selección Colombia, no abrazar a mis seres queridos, no ver a mis amigos, del tapabocas, de Bogotá, los bloqueos, la delincuencia, la inseguridad, estoy mamada de estar mamada y de este post de mi Blog que parece un buzón de quejas y reclamos. 



martes, 8 de junio de 2021

Sobre Alejandra Azcárate...


Por: @CamiNogales

Me tomé dos semanas después de conocer la noticia, para digerirla y escribir sobre este tema en particular. Después de leer titulares como “Esto responde Antinarcóticos por el avión con coca del esposo de Alejandra Azcárate”, “Abren indagación en base antinarcóticos por avioneta de pareja de Alejandra Azcárate” o “La narcoavioneta: el calvario que vive la familia de Alejandra Azcárate” y “El caso Azcárate”, entre otros, ver toda clase de memes, leer comentarios denigrándola, yo me pregunto qué responsabilidad tiene ella en el caso de su esposo, Miguel Jaramillo, y por qué no se alude a él, tratándose del verdadero protagonista de la noticia.

Es por esto que, cuando se habla de ese tema, nadie sabe el nombre del susodicho, sino que hacen referencia directamente a ella. No necesito ser abogada para saber que las responsabilidades son individuales y, por lo tanto, nada tiene que ver la Azcárate con lo ocurrido. Si el marido es culpable o inocente, tampoco me compete a mi, ni a nadie, diferente a un juez, establecerlo y actuar en consecuencia. Cabe recordar que “todo ser humano es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.

Hay muchas teorías sobre la relación de Jaramillo con esa avioneta. Que la sociedad, a la que pertenece la avioneta, se había disuelto, que el marido - perdón, de tanto leer sobre el tema se me pegó lo que tanto critico en este post de no referirme directamente a él, sino al parentesco con ella - se presentó como víctima, que el avión estaba en contrato de comodato…La verdad no entiendo nada, no tengo ni el contexto, ni la idoneidad para hacerlo y, por lo tanto, prefiero callar. 

Tampoco logro entender esa cultura implacable para juzgar y denigrar de los demás, cuando pasan por momentos tan complejos. Son las autoridades las que tienen el deber de juzgar. Entretanto, a la Azcárate la están dilapidando en las redes sociales. Salieron todos sus ‘haters’ a regocijarse con la difícil situación que enfrenta, argumentando, además, que discrepan de sus posturas y les cae muy mal. Por lo tanto, consideran que gozan de la potestad de volverla añicos en redes sociales. 

Reitero que Azcárate ni siquiera forma parte de una investigación y su indudable talento es lo único que la ha llevado lejos. No en vano, se presentó en Viña del Mar frente alrededor de 15.000 espectadores y obtuvo las gaviotas de Oro y de Plata. 

Salió triunfante frente al ‘Monstruo’ de la Quinta Vergara - forma en la que, por obvias razones, se denomina al público de este festival -. Basta recordar cómo Xuxa salió llorando de ese escenario y prometió no volver jamás. Ese es el gran riesgo que se corre ante ese exigente público.  

Soy incapaz de replicar uno solo de los comentarios que he leído en contra de la Azcárate. Lo que sí me doy cuenta es que la gente auténtica, que no busca caerle bien a los demás y dice lo que piensa, es la que peor cae. Peor aún si se trata de alguien exitoso. Esta es, precisamente, una de las razones por las que estos personajes se destacan, para bien o mal. 

Lo que sí me consta, por experiencia propia, es que la gente buena no es la que busca siempre caerle bien a los demás. Esos que andan tan sonrientes por la vida, evitando decir algo impropio para ser aceptados, no son de fiar. Por algo, la diplomacia es un trabajo y la ejercen muy pocos. 

Reconozco que, en un principio, apenas leí la noticia, hice comentarios desobligantes, de los cuales me arrepentí al reflexionar sobre la situación. Me entristece sobre manera la felicidad de muchas personas por la tragedia ajena, sobre todo, de figuras públicas. Aunque también ocurre con figuras no tan públicas. 

Recuerdo mucho a una persona con quien trabajé que se molestaba cuando me pasaban cosas positivas; pero cuando se trataba de algo malo, ella desbordaba felicidad. ¡No lo disimulaba! Eso es más que envidia. Es una enfermedad de la cual desconozco su nombre. 

Lo cierto es que, a pesar de que no conozco a Alejandra Azcárate, le manifiesto mi solidaridad y comparto la indignación por ese ultraje de palabras de las que ella ha sido víctima desde que se conoció esta noticia. Nada tiene que ver ella con lo que está pasando, ni le quita lo que se ha ganado con su experiencia, honestidad, talento, éxito y desparpajo.