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martes, 18 de mayo de 2021
El viacrucis de un contratista
sábado, 1 de mayo de 2021
Chao, Ray
Foto tomada de CNN
Por: @CamiNogales
Iba llegando a la casa de mi mamá y, como siempre, estaba pegada al celular. De pronto, vi un titular de El Tiempo que decía que, a sus 51 años, Ray Reyes, exintegrante de Menudo, había muerto. No podía creerlo, sentí un escalofrío en todo mi cuerpo y unas ganas de llorar que contuve por pena a este sentimiento de tristeza que me evocó, inmediatamente, a mi infancia.
Desde el día que Ray llegó a Menudo, en el año 1.983, a mis escasos 11 años, quedé perdidamente enamorada. Con esa ingenuidad, propia de mi edad, me imaginaba que 'Si tú no estás' era una canción que me dedicaría una vez me conociera. "Son las 6:30 y no has llegado, nuestro avión ya tiene que partir, nunca me sentí tan desgraciado, ahora no me importaría morir..."
Al mismo tiempo, me preguntaba quién sería esa desgraciada, capaz de dejarlo ‘metido’ en el aeropuerto. Este no era solo un amor infantil, sino también platónico, difícil de gestionar a tan corta edad. Amaba a Menudo, pero las canciones que él cantaba eran mis favoritas. 'Tú Te Imaginas', ‘Chicle de Amor’ y ‘Zuzumbadooorrr, baila de prisa…’ Esas eran las que repetía mil y una vez, a diario, en mi casa. Las damnificadas de esa intensidad fueron las de siempre: mi mamá y mi hermana que, a pesar de no compartir mis gustos, supongo que aún recuerdan las letras.
Pero el reto no era solo cantarlas, también aprender las coreografías, comprar la ropa y perseguirlos, en la medida de lo posible. Un domingo, en la ‘Caminata de la Solidaridad’, bajé a la séptima solo a verlos. Recuerdo que Ray iba comiendo una paleta de limón y una pequeña niña, con falda de tennis, sola en plena avenida, empezó a gritar como loca ‘¡Ray! ¡Ray!’ y él, con su mano, dijo adiós. No sé si sería al infinito o sería a mi, pero fui la más feliz del mundo. Este fue mi máximo logro en esos años de fanatismo.
Esas pequeñas cosas eran las que me ilusionaban a esa edad. Comprar el último cassette o el disco de acetato, tener un afiche, aprenderme sus canciones, ensayarlas, ir al Cosmos 100 a esperar a que se asomara a la ventana, ilusionarme con ser cantante para conocerlo, a él y a todos los de Menudo. Esas eran fantasías que no tenían precio y le daban sentido a la vida.
Por eso, la partida de Ray me puso nostálgica. De la vida, de la infancia, del poder de la música y de los sueños de una niña. Gracias, Ray por alegrar a una pequeña que no sabía qué sería de su futuro, ni le importaba, porque solo vivía el presente, feliz, rodeada de música y de esa buena energía con la que Menudo se conectó con millones de niñas en el mundo como yo, que hoy, de adultas, recordamos, con melancolía, sus bailes, canciones y todo lo que representaron para nosotras en esa época inolvidable que no volverá.
P.D. Evité muchos más detalles que están en este post 'Una Aventura Llamada Menudo'.