Por: @CamiNogales
Por lo general, días antes de finalizar un año, ponemos toda nuestra esperanza en el año venidero. Pensamos que, por iniciar este nuevo periodo de 365 días, la vida, mágicamente, se transformará, resolveremos nuestras preocupaciones y cumpliremos nuestros sueños porque “este sí va a ser mi año”. El principal propósito de cualquier ser humano, después de estas festividades, y de comer y tomar exageradamente, es bajar de peso y hacer ejercicio.
Es por esto que, al iniciar un nuevo año, los gimnasios son atestados de gente. De ahí surgió el negocio de vender atractivos planes anuales a estos entusiastas, quienes, en medio de esta euforia, pagan y prometen frecuentarlo a diario. Las dos primeras semanas entrenan como si no hubiera un mañana, pero, a la tercera, este entusiasmo se va diluyendo, lo que se evidencia con excusas como ‘hoy no puedo, tengo mucho trabajo’, ‘está lloviendo’, ‘ya esta semana no pude, empiezo juicioso la otra’ y así sucesivamente.
Enero y febrero son los meses con mayor flujo de clientes en los gimnasios mientras que, en marzo, dicha afluencia decae y quedan los mismos de siempre, los que no luchan contra la corriente, sino que han hecho del ejercicio parte de su vida y no importa dónde, cómo, ni cuándo, siempre encontrarán la oportunidad para llevar a cabo esta actividad física.
Quienes deciden bajar de peso no son conscientes de la necesidad de modificar hábitos de por vida. Por lo tanto, en el afán de rebajar en un mes, acuden a dietas extremas y ayunos intermitentes, sin una guía médica, con los que bajan rápidamente, pero que, a su vez, generan descompensaciones y desencadenan desórdenes alimenticios. Como consecuencia, terminan comiendo el triple y recobrando su peso inicial. De este proceso, solo queda la frustración.
Otros lugares que incrementan sus ventas, en enero, son las librerías, gracias a los lectores potenciales que prometen, por lo menos, leer un libro al mes. Se llevan alrededor de tres libros para empezar, impulso que dura hasta el momento en que llegan a su cama, miran su mesa de noche y se debaten entre tomar el control remoto del televisor o alguno de los libros adquiridos, pero sucumben ante la posibilidad de ver a Danny Larusso y Johnny Lawrence en la tercera temporada de Cobra Kai, a Selena o a 'Luisito' y la 'Chatita' en 100 días para enamorarnos. Con el paso de los días, estos libros se convierten en un ornamento más al que también hay que pasarle el trapo del polvo.
Una promesa típica es ser más espiritual. Para ese fin, compran libros y cursos de superación personal y meditación. Sin embargo, este propósito se ve interrumpido por el ciclista que se atravesó en el camino, el familiar que se le metió al rancho o el jefe que empezó a joder. Estos ‘seres de luz’ se funden fácilmente porque no han entendido que los cambios vienen de adentro hacia fuera y no al contrario.
Este año sí conseguiré un trabajo bien remunerado, a la altura de mi perfil profesional, en el cual me realizaré laboral y personalmente, me permitirá tener la calidad de vida que me merezco y por fin seré feliz. En primer lugar, no hay trabajo perfecto y siempre habrá un ‘pero’. Segundo, obviamente uno debe aspirar alto y comprometerse con uno mismo a buscar en lo que le gustaría, pero más allá, el universo se encargará de ponerle o quitarle oportunidades del camino. Tenga en cuenta que aquí la suerte también juega un papel preponderante.
También conseguiré novio. Este es otro propósito común, pero no hay que buscarlo mucho porque lo puede espantar. En lugar de andar en Tínder, buscándose lo que no se le ha perdido, yo le recomiendo que se lo deje al destino y, si el destino se lo niega, pues viva feliz solo. Igual si no es feliz sin pareja, tampoco lo será con pareja.
Voy a dejar de fumar, voy a escribir un libro, haré un postgrado, compraré casa…todos estos propósitos hágalos consigo mismo. Cuando decimos todo lo que queremos, nos estresamos por la presión que ejercen las personas a quienes les contamos porque, al involucrarlas, se comportarán como veedoras de nuestros propósitos y serán las encargadas de hacer la evaluación del cumplimiento de los mismos. En caso de incumplimiento, se convertirán en nuestros principales críticos.
Para evitar esto, es mejor dedicarse a hacer, en lugar de prometer; mostrar hechos cumplidos y dejar de amenazar. Esto no es nada fácil para personas locuaces como yo, pero nos evitaría un dolor de cabeza, producto de las impertinencias de algunos opinadores.
Recuerde que, a pesar de sus propósitos de año nuevo en el 2020, muchos de ellos se vieron obstruidos por la pandemia. Esto demuestra que es mejor dejar de planear tanto, tener un norte y estar alerta para ir sorteando lo que no podemos controlar. Para cumplir nuestros propósitos no es necesario cambiar de año, sino crear hábitos que nos permiten cumplir con nuestras metas. ¡Feliz 2021!