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lunes, 21 de octubre de 2019

"La Gorda"







Siempre he sido gorda, unas épocas más, otras menos, y aunque he luchado contra la gordura, eso no es algo tan simple como haga dieta y ya. Todos sabemos qué debemos comer, qué es saludable y qué no. Cada cual tiene su propia relación con la comida, la cual está estrechamente relacionada con su historia personal. 

Desde chiquita comí más de la cuenta, amé los postres y siempre pensaba en comer. En la adolescencia, a ese exceso de comida, le sumé alcohol, que engordaba el triple. Mis amigos me decían "la gorda" (en teoría de cariño), apodo que detestaba, pero me resigné a aceptarlo porque así era yo. 

No sé si mi sentido del humor fue un mecanismo de defensa y me hacía autobullying, evitando el dolor del bullying por parte de los demás. Me dijeron cosas como “es más fácil saltarle que darle la vuelta”…”Súbase, pero al andén gorda hp”…y así. Fui la mejor amiga de mis amigos, la gorda borracha, chévere y chistosa, la que tenía amigas bonitas, que ellos querían conocer. 

A los que me criticaban, les decía que era una "gorda feliz", pero era falso. Era más bien una gorda resignada que se sentía incapaz de bajar de peso. Cuando mi vida era un desastre, no tenía universidad, no sabía qué hacer y quería cambiar radicalmente, fui donde un médico que me dijo que yo no estaba gorda, sino obesa. Que era obvio que no tuviera novio porque mi sobrepeso era producto del descuido y a nadie le iba a gustar, que yo fijo era la amiga de todos mis amigos: la gorda simpática…que si yo iba a estudiar Comunicación Social tenía que vender ideas, pero con esa imagen difícilmente lo haría. 

Ese mismo día salí con el corazón en la mano y empecé dieta, pero con el tiempo esto no fue tan fácil de cumplir. En el camino subía y bajaba de peso, sufrí de  trastornos alimenticios, en fin...(Leer La Tortura de la Gordura ). Si eso fuera tan simple como dejar de comer o hacerlo de forma saludable, todos lo lograríamos, pero es algo más complejo. Por lo general, lo que uno busca, inconscientemente, es llenar vacíos emocionales, a través de la comida.

Ahora subo y bajo de peso de acuerdo con mi estado de ánimo. Si estoy estresada, quiero comerme el mundo; mientras que cuando estoy bien, no  pienso en eso. La gordura ha sido mi maestra: la que me ha enseñado a conocerme, a establecer límites, la que me enseñó que el ejercicio, por sí solo, no adelgaza, pero es la mejor medicina para el alma, la que me hizo entender que la inteligencia es más importante y que hay vida más allá de la comida, las calorías y de las básculas. 

También me enseñó a aceptarme por encima del peso y a entender que la vida es una y que los miedos, la tristeza y los sentimientos negativos siguen, a pesar de comerse un delicioso brownie melcochudo. Llevo muchos años trabajando en el fondo del problema, que es diferente para cada uno dependiendo de su propia historia. Aprendí que el éxito en la vida no es ser flaca, sino combatir los miedos y obstáculos que me impiden evolucionar como ser humano.