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lunes, 19 de enero de 2015

Lo que soñé




Por @CamiNogales 

Desde chiquita siempre tuve sueños y, obviamente, diferentes respuestas a la pregunta: “¿qué quieres ser cuando grande?” La primera de ellas fue contundente: cantante. Desde que tengo uso de razón soy melómana, la música es el centro de mi vida, pero ese sueño se fue desvaneciendo por mi tono de voz que no se ajustaba a los parámetros de ese entonces.

Evidentemente no tenía voz de niña, todo lo contrario, mi voz era (y sigue siendo) de niño y, por esa razón, me sacaron del coro del colegio. Así las cosas me fui despertando de ese sueño que solo cumplo cuando estoy en la ducha. Sin embargo, cuando voy a un concierto y recuerdo que este sueño sigue latente en mi, sé que en mi otra vida Madonna me quedará en pañales.

Después de leer un comic en el que Tribilín era detective y descifraba acertijos, opté por comprar una lupa y comenzar a desarrollar esta actividad que era la que quería llevar a cabo el resto de mis días. Así las cosas, descubría, a través de sus huellas, que mi mamá iba del cuarto a la cocina, de la cocina al baño y luego volvía a su cuarto. La tenía totalmente rastreada. Pero este sueño se acabó el mismo día en que la lupa se me salió de las manos y quedó hecha añicos.

Fui creciendo y mi gusto por la música ídem, entonces me dije a mi misma: “mi misma, si no puede cantar, pues baile”. Con mi mejor amiga nos inventábamos coreografías y luego las presentábamos en el colegio. Modestia aparte, no lo hacíamos nada mal, pero esto se acabó en el mismo momento en que me comenzaron a despedir, aun no entiendo la razón, de todos los establecimientos escolares. Aunque no les niego que todavía ras tas teo, reggaetoneo, rockeo…y hasta les hago el paso del embolador, del champú, no es sino que pidan y se les tiene.

Mis papás intentaron meterme a clases de guitarra, las cuales iban en detrimento de mi sueño que era el de ser baterista. Pero ya era suficiente con la bulla que yo hacía en la casa, para  imaginarse lo que sería de la vida de mi mamá y mi hermana no solo conmigo, sino con una aprendiz de batería. Sin embargo, si hubieran previsto lo que podría pasar después, sé que la hubieran preferido. Ahora ya no hay tiempo de llorar, pero sí de soñar con que Tree Cool, baterista de Greenday, es la extensión de mi otro yo.

También quise ser escritora y para la muestra están mis diarios. Todas las noches llegaba a mi casa, cogía un esfero y un cuaderno en el que quedaban consignadas mis intimidades. “Hoy me levanté a las 5:00 a.m., me bañé, desayuné y me recogió el bus del colegio en el paradero…vi a mi traga, que no me quitaba la mirada, y luego me dijo hola y se fue”. Eran unos escritos literarios con un contenido muy profundo, que seguramente serán publicados cuando haya pasado a mejor vida.

Me gradué del colegio y decidí estudiar ‘Teatro’, decisión que fue cambiada por el promotor de mis estudios: mi papá. Él me dijo, palabras más, palabras menos, "primero estudie una carrera y después haga lo que se le dé la gana". Pues yo estudié la carrera y no hice lo que me dio la gana si no, como cualquier mortal, buscar trabajo en lo que había estudiado.

Mis pinitos como actriz los he hecho, de vez en cuando, con algunas mentiritas piadosas que la vida me ha obligado a decir, las cuales me debo creer y que, paso seguido, debo interpretar. Esas no las puedo contar por acá porque quedaría en evidencia, pero créanme que mi talento es innato.

El gimnasio me hizo soñar con ser profesora de aeróbicos. Antes de dormir yo ya no contaba ovejas sino que recordaba los pasos de la clase del día: paso en v, mambo, skip y grapvine, entre otros. Toda mi vida la contaba en cuatro tiempos y en mi cabeza iba creando coreografías, hasta que, por fin, conseguí trabajo y ocupé mi mente en lo políticamente correcto: mi profesión.

Quise ser comediante y, por esta razón, este blog lo convertí en un libreto de un stand up comedy. Me lo tomé muy en serio, lo ensayaba y trabajaba, pero revolví temas conyugales con la producción del mismo, y mi stand up, que pretendía hacer reír a los demás, transformó mi casa en una batalla campal, y me causaba todo menos gracia. Entonces para evitar un desenlace más trágico que el de Romeo y Julieta, quedó inconcluso.

Ya ha pasado mucho tiempo y mis sueños están aquí, latentes. Así que quién me dice a mi que no puedo ser cantante (así sea de rancheras), bailarina de reggaetón, baterista, profesora de aeróbicos, investigadora privada, extra con parlamento, escritora de un blog y hasta montar un stand up bajo mi propia producción.


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