Por @CamiNogales
Hay dos cosas que me ofenden en la vida: la
mala ortografía y la pronunciación errada de las palabras. Ambos son motivo, no
de retirar mis afectos, pero sí de tener cierta precaución con aquel que comete
estos errores. El que toma un tatsi nunca llegará a su destino y al que me pida
setso, la respuesta será un no contundente. En esta misma categoría están los
que responden afirmativamente con un tsí, a quienes, de igual forma, ignoraré.
Es igual al que dice que el trabajo está
etselente o el que escribe allá con y de yuca y sin tilde, es decir, aya. También
está el intelectual que, al exponer sus argumentos, dice en el ecsenario o el
que considera que tiene otra otción.
Claro que no faltan los que quieren aparentar
saber inglés y cantan sunaaaaiiii (tonight) I love you, y eso es todo lo que se
saben de la canción. Otros escriben sus estados en el chat de Blackberry, en este
mismo idioma, el cual desconocen, y, por supuesto, fracasan en el intento, en lugar
de weekend escriben weekig o para decir todo bien, dicen ‘good all’. Ahí sí me
quedo con mi whatsamara la yuca.
Las redes sociales han contribuido a esta
aversión, cuando veo que alguien escribe ‘qué voleta’, sí así como la ven con v
de vaca, y le responden tú estás muy vonita. Es algo increíble que, en mi
estrecho cerebro, no cabía que pudiera existir.
También están los sobreactuados que Twitter lo
pronuncian como tuira o quienes, en Bogotá, no van al Andino, sino al mall y
parquean, en lugar de en un parqueadero, en un parking.
A quienes les perdono todo y amo sus errores es
a los niños. Está ‘dormiendo’ es ‘perezudo’ ‘tí me gustas sola’, ‘vamos por los
crófonos: yo cojo micrófono y tú tucrófono’.
Hay otros que tienen problemas de dicción y, en
lugar de carro, dicen ‘cago’. Así las cosas este es su dicho predilecto: ‘ege
con ege cigago, ege con ege bagil, gápido guedan los cagos en el fegocagil’. Tengo
claro que ellos no tienen la culpa, pero escucharlos me ponen nerviosa.
O los que no saben utilizar adecuadamente las
palabras y se colocan bravos o rojos de la pena. Allá mismo está la que se
limpia el cutis o la que, cuando habla de ella misma, dice es ‘que como lo que
le pasa a una’. También cuando cuentan una historia y la comienzan con un ‘resulta
de que’.
De otro lado están los ñeros que se saludan ‘toesque
pana como es que es papá’, pero a ellos se les perdona porque no se les puede
pedir algo diferente a que, en vez de pegar un puño, peguen un ‘ñuco’. Pero el
problema de analfabetismo lo pude constatar en un cruce de mensajes que tenían
estos errores de ortografía: desicion, demaciado, ipocrita y disen. Esto no es
una exageración, es la vida real que me ha demostrado que este problema es más
grave de lo que se cree.
Otros que quieren simular ser mejor hablados
que los demás y se van a ingerir una bebida porque se encuentran algo
deshidratados o a degustar algo sólido. Me quedo con los groseros de quienes se
pueden esperar solo groserías, pero bien escritas y pronunciadas. Yo, por mi parte, me mamé de escribir y me voy
a tomar mi rico cafecito porque de repasar estos errores me dieron náuseas y si
sigo recordando, me sigo enfermando. Así que hasta la prótsima. Me juiiiii…si
ven, se me prendió.
Addenda: El pez muere por la boca.
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