Por: @CamiNogales
Desde el origen del hombre y el surgimiento de tantos filósofos a través de la historia, ninguno ha podido definir lo que es el amor. Me puse a la tarea de buscar en google qué es el amor y miren lo que me encontré: “El amor es un concepto universal relativo a la afinidad entre seres”. ¿Les quedó claro? Si es así, amamos hasta el mosco de la esquina porque afinidad la tenemos con cualquiera.
También encontré que “el amor es toda la fuerza que te ayuda a realizar algo imposible, es lo que te hace soportar penas y dolores, el amor es lo que te da la capacidad de perdonar al prójimo”, pero tampoco quedé satisfecha con esa definición.
No son mariposas en el estómago, ni la felicidad, ni la tristeza absoluta, es algo que les pasa a todos los seres humanos y que ninguno es capaz de definir. Pero bueno, no me voy a poner romanticona, simplemente me he dado cuenta que es un término tan relativo que está estrechamente ligado a la realidad de cada persona. Evidentemente no me voy a referir acá al amor filial, sino al de pareja.
El primer acercamiento de una mujer con el amor es con el ‘Príncipe Azul’ de los cuentos de hadas y nadie se imagina el daño que nos hicieron porque pasamos el resto de la vida intentando conocerlo y creo que moriremos sin lograrlo porque, simplemente, no existe. Una de las pocas que alcanzó ese objetivo fue la princesa Letizia, pero vaya uno a saber si el Príncipe Felipe es tan azul como el de la Cenicienta o si resultó igual a su papá, el Rey Juan Carlos, que le ha dado más de un dolor de cabeza a la reina Sofía por cuenta de su gusto por las mujeres y la dificultad de alcanzar su madurez, a pesar de sus escasos casi 74 años de edad.
Pero bueno, independientemente de la controversia que suscita la existencia o no del Príncipe Azul, que puede ser verídica al principio pero que, por azares de la vida, se convierte en sapo; lo cierto es que, a través de la vida, de acuerdo con nuestras experiencias o la de nuestros amigos, vamos conociendo distintos tipos de amores.
En la adolescencia es donde se descubre al amor de la vida. No importa la duración del mismo, puede ser de una hora o de varios años, el resultado va a ser el mismo: ese es el amor de la vida, el cual deja de serlo apenas se conoce a otro amor de la vida.
Todos saben que el amor es irracional, pero también existe el racional como el de la mamá de una amiga que confesó que se casó con el papá de la misma simplemente porque ya estaba en edad de hacerlo y él apareció en su vida. Ella prometió quererlo con el tiempo, pero no dejarlo ir porque, posiblemente, esta sería la última oportunidad para acabar con la soltería. Hoy tiene hijos, es abuela y sigue con su esposo, si lo quiere o no, ya no es el asunto, finalmente construyó su familia que era su principal objetivo en la vida.
De otro lado está el amor etílico que es producto del embellecedor. Lo malo es que es fugaz porque se acaba con el despertar y el guayabo del día siguiente.
Hay un amor masoquista y es el de algunas mujeres que son víctimas del maltrato de su pareja quienes, cuando alguien se acerca a defenderlas de semejantes golpizas, ellas insultan al susodicho por intervenir en una pelea que no le compete. Asimismo, el grado de amor del hombre hacia la mujer se mide por cuenta de los remedios que el victimario le suministra para sanar los golpes propiciados la noche anterior. “Tan divino, me compró una pomadita para el ojo (morado) y me puso hielo en la boca”. No se rían, este lamentable caso es real y la frase, textual. Aquí se aplica, literalmente, el dicho que dice “porque te quiero, te aporreo”.
Sin embargo, hay otras mujeres que soportan estas humillaciones y toman venganza como Lorena Bobbit que, después de aguantar el maltrato de su novio, no tuvo ningún reparo en cortarle su herramienta de trabajo como venganza por el mismo.
Hay otra clase de amor que tiene mucho que ver con el nombre del anterior, pero es el compartido. Es el del esposo cachón, cuya pareja se hace la desentendida de lo que pasa porque simplemente no lo quiere perder, así que todo el mundo se dará cuenta de las infidelidades, menos ella que se hace, literalmente, la loca frente a esta realidad. Bueno, yo diría que no se hace la loca, sino que más bien lo está para soportar semejantes cachos en su cabeza.
El amor criminal es el de Valerie Domínguez. Así lo afirmó ella misma: “Que me condenen por el delito del amor”. Todo esto por cuenta de un crédito de Agro Ingreso Seguro que le firmó a su exnovio y por el que le imputaron el cargo de falsedad ideológica en documento privado por la concesión irregular de donaciones no reembolsables de ella y de su flamante pareja, Juan Manuel Dávila. En ese mismo sentido, podría decir que el amor suertudo fue el de Katerine Porto, pues Dávila la cambió por Valerie y, como consecuencia, se salvó de semejante bollo.
Cuando se habla de que entre el amor y el odio no hay sino un paso, no se trata de una exageración, sino que es real. ¿Acaso de dónde creen que viene la inspiración para la letra de una canción como “La rata de dos patas”? “Rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho, infrahumano, espectro del infierno, maldita sabandija, cuánto daño me has hecho…” o la de “Tú eres la chancla que yo dejé tirada, en la basura a ver quién te recoge. ¡Ingrata, fea, piojosa, greñuda!”
¿Pero será que el amor es como lo afirma Tito el Bambino? “El amor es una magia, una simple fantasía, es como un sueño y al fin lo encontré. Es como una luz que se esparce por el alba, libre corre como el agua, hasta que llega al corazón”. Suena muy bonito y muy poético, pero…somos tan humanos que este sentimiento tan puro se siente al principio de la relación, antes de descifrar la imperfecta humanidad del otro. En fin…creo que después de describir unos cuantos tipos de amor, quedé en las mismas, es más me confundí y estoy peor que al principio. El hecho es que, no importa cómo concibamos el amor, sin él no podemos vivir. Si el amor 'locura' todo o no, pues me quedo con la segunda respuesta porque si no, nadie se enfermaría. Pero sí es una 'locura' porque bajo su efecto somos incapaces de actuar racionalmente.