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domingo, 2 de octubre de 2011

Hombres: ¿Todos son iguales?


Por: @CamiNogales

La verdad estoy en total desacuerdo con que todos los hombres sean iguales: los hay de diferentes edades, colores, estratos, personalidades y mañas, diversificación que impide generalizar. Hice el intento de clasificarlos y sé que muchos se quedarán por fuera, pero aquí van.

El feo convencido es el que les echa los perros a todas e interpreta cualquier señal de la mujer como reciprocidad a sus sentimientos. Si ella lo ve y se ríe, él no va a pensar que se esta burlando, sino que está nerviosa. Si le huye y no acepta ninguna invitación, piensa que ella lo está evadiendo porque sabe que cuando estén solos, caerá en sus redes. Si él le acaricia el cuello o la abraza y ella se retira, piensa que ella se quita, no por fastidio, sino porque después de semejantes caricias no responde.

El papacito vive hablando de sus miles de conquistas y la mujer debe agradecerle por hacerle el ‘favorcito’ y, pues, la verdad, dicho agradecimiento no está de más como para que se repita esta oportunidad. Además, desde chiquita me enseñaron que cada vez que me hagan un favor debo decir “gracias” y bien educada sí soy.

El viejito con plata no está nada mal, pues el alma de las personas es un embellecedor. (Sí…como no). Es el típico pensionado, separado, con mucha plata, pero sin pareja. Ofrece el oro y el moro a cambio de compañía porque ya ha perdido el pudor para hacerlo. Camioneta BMW X 5, apartamento, viajes y hasta dejar de trabajar… que más pedirle a la vida, pero el problema ocurre cuando uno se imagina las buenas noches y los buenos días, mejor dicho, dejemos así y sigamos trabajando.

El que lleva como 20 años casado y le gusta cualquier escoba con faldas que se asoma. Cada vez que ve a una de ellas grita: “¡Ahora sí, me separo!”. A todas les escudriña su delantera y su retaguardia y, en lugar de hombre casado, parece un adolescente virgen.
Pero peor que este tipo de hombre es el edípico. Sí, aquel que, en silencio, vive enamorado de su madre, pero lo que no se da cuenta es que su amor salta a la vista. Para tener una relación con este hombre, las mujeres deben tener mente abierta porque lo que les espera es un trío tormentoso compuesto por novio, novia y mami. Por su relación tan estrecha con el hijo, esta última siente el derecho de intervenir en las peleas conyugales y defiende a su hijo ‘a capa y espada’ de lo que la ‘bruja’ de la novia, que siempre será inferior, está haciendo con él. Definitivamente, mamá sólo hay una y suegra también.

Dícese de los misóginos que son los hombres que “odian a las mujeres, manifiestan aversión hacia ellas o rehúyen su trato”. Es tal el odio que las viven maltratando por el simple hecho de existir y a todas las hacen sufrir. Lo triste del asunto es que fijo se le acerca el prototipo de mujer a la que le enseñaron desde chiquita que eso es amor: “porque te quiero, te aporreo”, así que siempre consiguen a sus víctimas, que valoran estas muestras de amor.

Además del misógino, está el líchigo que es aún peor. Ese quiere que se lo den gratis, sin hacer ningún esfuercito económico. Es el típico que invita un capuchino y dice que se le quedó su billetera, luego saca plata y va a un bar y no le da opción a la mujer de que pida lo que ella toma, simplemente ordena dos cervezas. Si a uno no le gusta la cerveza, pues mejor, porque ellos sin ningún reparo se la toman y luego pagan la cuenta.

El traqueto es todo lo contrario al anterior, ése sí no tiene ningún inconveniente en gastar todo lo que usted pida. De hecho hasta puede mandar a cerrar el bar en el que se encuentren, los centros comerciales, en fin. Con él llevará una vida de lujos, algunos impuestos, bueno…eso depende del gusto que usted tenga.

Lo bueno de él es que es sólo inversión y que usted podrá tener el cuerpo soñado y las pintas adecuadas para lucir toda esta reestructuración a la que fue sometida con él. Lo malo es que, una vez pase de moda, la cambiarán por otra y usted ya será historia.

El borracho es aquel que le mandan saludes de Bavaria y con eso queda listo. Con él hay que tener mucho cuidado porque si están en un bar la puede confundir con otra y chantarle su beso en frente suyo. No se sienta mal si le echa los perros a la más fea, usted sabe que el embellecedor hace de las suyas; si la hace pasar el ridículo, no se preocupe que al día siguiente no se acordará de nada, y todo seguirá igual.  

También están los polluelos que buscan una mujer mayor no por madurez, ni experiencia, pero sí buscando solvencia económica. No está mal, si pagamos por tratamientos rejuvenecedores, éste sería otro de ellos así que por qué no hacerlo.

Pero el peor de todos es el indeciso, que endulza el oído hasta más no poder y, después de lograr su objetivo, se arrepiente y dice: “es que no te quiero hacer daño”. Por lo menos, ese es más decente que el que desaparece sin dar ni siquiera una explicación y nos deja un trauma emocional porque nunca entendimos la razón de dicha desaparición y nos damos látigo por eso. ¿Quién dijo que fue culpa nuestra? Ese es un viejo loco que no supo valorar lo que tuvo al lado (hmm…será)

En fin, creo que no terminaría acá esta clasificación, pero lo cierto es que ‘a cada marrano le llega su Nochebuena’, así que los hay para todos los gustos, entonces dejemos de quejarnos de que hombres no hay y, peor todavía, de que todos son iguales porque para que vean que aquí quedó demostrado que no. 

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