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lunes, 17 de octubre de 2011

Qué borrachera


Por: @CamiNogales

Qué borrachera

“Del cielo cayó una teja mató una vieja; cayó un palito, mató un viejito; yo te bendigo trago bendito, suave licor, dulce tormento qué haces afuera, echa pa’dentro”. Aunque parezca difícil de recitar, tómese par traguitos y verá que, al tercero, ya lo dice sin ninguna ayuda.

Pero bueno, antes de tomárselos le sugiero leer este post que, tal vez, lo haga cambiar de opinión y salir a buscar un juguito de mora como el que se tomaba Betty la Fea o una bebida similar, sin ningún contenido alcohólico. Porque a mí no me vengan con cuentos de que “yo soy un borracho chévere, no soy mamón, soy divertido…” Falso de toda falsedad: borracho es borracho.

Aunque haya una canción que dice “Borracho no vale, no señor” pues espero que mi mamá haya pensado así la primera vez que me recogió en la casa de una amiga y me encontró sentada en el excusado, después de tomarme no sé cuántos aguardientes por primera vez en mi vida.

Apenas la vi, me paré, la abracé y por primera vez le dije, con el alma y lágrimas en los ojos, que la quería mucho. Ella, por su parte, parecía de piedra, no se inmutó y, por el contrario, me miraba con cara de pocos amigos. Yo sé, para ella no fue nada divertida esa muestra de afecto en ese estado, en el que tuvo que hacer algo que sólo hace una madre con un hijo en sus primeros años de vida: alzarme. Definitivamente, mamá sólo hay una.

Pero bueno, esta no es una oda maternal sino un memorial de agravios para aquellos que han consumido alcohol en exceso y han perdido temporalmente sus capacidades físicas y mentales por esa misma razón.

Levante la mano el primero que tenga un buen recuerdo de algún acto cometido bajo el efecto del licor…todo lo contrario ¿verdad? Pues un borracho no conquista, acosa; no molesta, jode; no habla, da lora; no es chistoso, sino ridículo…

A decir verdad, hay un borracho que me gusta y es el que tiene alma de traqueto. Sí, ese que, a pesar de no tener plata, la saca de donde sea para gastarle a todos sus compañeros de rumba. “Pidan lo que quieran”: y él no se imagina la magnitud de esta frase que le traerá dolores de cabeza al día siguiente no sólo del guayabo, sino del hambre que le dará después de gastarse la plata del mercado.

Aprovecho para darles un consejo a las mujeres. Si un hombre les declara amor infinito, eso significa que sólo les gusta un poquito. Es decir, como le enseñaron en el colegio, sustraiga solo la idea principal de la lora que le echaron porque, si se la toma al pie de la letra, lo espantará al día siguiente.

Entonces por favor al otro día absténgase de llamar a decir “hola, mi amor” como si fueran casi marido y mujer. Esperen a que él aparezca porque lo puede asustar como le pasó a un amigo que no sabe si se despertó con novia o no.

Lo cierto es que, ante la intensidad de las llamadas esa mujer, no contesta el teléfono y le da mayor guayabo moral, pues él no sabe el grado de compromiso adquirido la noche anterior. Tampoco decidan darle el sí a un hombre que se lo ha estado pidiendo todo el tiempo porque lo más seguro es que se quede dormido o que, simplemente, no funcione.

En general, las características de un borracho son similares: niegan que están borrachos; dicen que son capaces de hacer el cuatro y, al hacerlo, obviamente, tambalean; aseguran que sólo están un poco prendidos y son de ambiente siempre. En fin, justifican cada uno de sus actos como si fueran normales, pero lo que no saben es que los diferentes rasgos de su personalidad se acentúan bajo el efecto del licor.  

Algunos desnudan su alma y su corazón ante el primero que se aparezca en su camino, le cuentan la historia de su vida y las desdichas de la misma. Pero bueno, es más sensato desnudar el alma a desnudar el cuerpo delante de todo el mundo, como le ocurría a una vieja que evitaba tomar porque, como cosa rara no daba lora, pero sí tenía alma de stripper y se quitaba la ropa.

Al hablar del ‘tropelero’ es imposible olvidar la fiesta de 15 años de mi hermanita que fue un éxito total porque terminó en pelea. Vale la pena recordar que fiesta sin tropel no era exitosa. Pero la causa de dicha pelea fue nada más y nada menos que, el ‘tropelero’, le dijo, para buscarle pelea, a uno de los asistentes, que tenía un peinado estúpido y hasta ahí llegó la dichosa fiesta porque con semejante insulto no era para menos.

Tampoco falta el irresistible que cree ser el centro de atención de todas las viejas, quienes, de acuerdo con su percepción, le están echando los perros. Por lo tanto, él les sonríe con una fina coquetería que los lleva a hacer el ridículo o ganarse un puño del novio de la susodicha.

Pasar una tusa con licor es lo peor para el que toma, su compañero y el causante de dicho mal. Pues el / la entusado (a) no para de llorar y hablar del mismo tema, su compañero no tiene alternativa diferente a seguir tomando para interesarse en el monólogo y el causante debe apagar el celular, al igual que sus amigos porque, de lo contrario, a partir de la 1:00 a.m. las llamadas se repetirán constantemente y, si contesta, sólo escuchará lamentos, gritos y lloros.

El alcohol además atenta contra el buen nombre de las personas y puede terminar con una carrera. Esto le ocurrió a un profesor en la universidad que, bajo el efecto de unos cuantos guaros, se rumbeó a la más fea del salón y, desde entonces, a pesar de su profesionalismo, perdió credibilidad en la clase donde los alumnos le cantaban la canción de Proyecto Uno: “yo no soy grillero”.

¿Se acuerdan de la letra? “Un poquito de cerveza, se parece a Gloria Estefan, un traguito de ron, she looks like Sharon Stone; un poquito de ginebra, se parece a Madonna, y un vinito tinto la Janet Jackson y yo. Cinco copas de champagne, como Bibi Gaitán, una botella de aguardiente...pues parece a Shakira”. Pero eso no sólo aplica para los hombres, sino también para las mujeres porque el embellecedor hace de las suyas sin distingo de raza, sexo y edad.

Además, atenta contra la vanidad femenina porque el maquillaje se corre, los ojos se desvían y, en algunos casos, se devuelven atenciones. Por eso hay que prestar atención a lo que se come en el día para evitar lo que le pasó a una compañera, que devolvió una papa enterita.

El espacio no me alcanzó para abordar todas las clases de borrachos, pero un amigo me ayudó con las principales. El desaparecido es el típico que se quedó dormido, por lo general, en el baño; el cariñoso que les declara el amor a todos sus 'mejores amigos'; el cantante que, a pesar de hacerlo desafinado, se sabe todas las canciones y las canta con el alma, y el payaso es el único que se divierte de sus presuntos chistes.

A quienes decidan no tomar, pero salir con borrachos les recomiendo llevar tapones de oídos y una sombrilla porque, en el parche, no falta el que habla a puro grito y escupe todo el tiempo. Y si decide hacerlo es mejor que se enlagune. Esas lagunas mentales del día siguiente no son tan malas como creen. Así como dicen “ojos que no ven, corazón que no siente” “borracho que se enlaguna, no se acuerda de nada y, por lo tanto, no siente”…en fin, esa es la idea. O para evitar cualquiera de estas situaciones tómese el jugo de mora en agua o en leche. Usted decide.  

domingo, 2 de octubre de 2011

Hombres: ¿Todos son iguales?


Por: @CamiNogales

La verdad estoy en total desacuerdo con que todos los hombres sean iguales: los hay de diferentes edades, colores, estratos, personalidades y mañas, diversificación que impide generalizar. Hice el intento de clasificarlos y sé que muchos se quedarán por fuera, pero aquí van.

El feo convencido es el que les echa los perros a todas e interpreta cualquier señal de la mujer como reciprocidad a sus sentimientos. Si ella lo ve y se ríe, él no va a pensar que se esta burlando, sino que está nerviosa. Si le huye y no acepta ninguna invitación, piensa que ella lo está evadiendo porque sabe que cuando estén solos, caerá en sus redes. Si él le acaricia el cuello o la abraza y ella se retira, piensa que ella se quita, no por fastidio, sino porque después de semejantes caricias no responde.

El papacito vive hablando de sus miles de conquistas y la mujer debe agradecerle por hacerle el ‘favorcito’ y, pues, la verdad, dicho agradecimiento no está de más como para que se repita esta oportunidad. Además, desde chiquita me enseñaron que cada vez que me hagan un favor debo decir “gracias” y bien educada sí soy.

El viejito con plata no está nada mal, pues el alma de las personas es un embellecedor. (Sí…como no). Es el típico pensionado, separado, con mucha plata, pero sin pareja. Ofrece el oro y el moro a cambio de compañía porque ya ha perdido el pudor para hacerlo. Camioneta BMW X 5, apartamento, viajes y hasta dejar de trabajar… que más pedirle a la vida, pero el problema ocurre cuando uno se imagina las buenas noches y los buenos días, mejor dicho, dejemos así y sigamos trabajando.

El que lleva como 20 años casado y le gusta cualquier escoba con faldas que se asoma. Cada vez que ve a una de ellas grita: “¡Ahora sí, me separo!”. A todas les escudriña su delantera y su retaguardia y, en lugar de hombre casado, parece un adolescente virgen.
Pero peor que este tipo de hombre es el edípico. Sí, aquel que, en silencio, vive enamorado de su madre, pero lo que no se da cuenta es que su amor salta a la vista. Para tener una relación con este hombre, las mujeres deben tener mente abierta porque lo que les espera es un trío tormentoso compuesto por novio, novia y mami. Por su relación tan estrecha con el hijo, esta última siente el derecho de intervenir en las peleas conyugales y defiende a su hijo ‘a capa y espada’ de lo que la ‘bruja’ de la novia, que siempre será inferior, está haciendo con él. Definitivamente, mamá sólo hay una y suegra también.

Dícese de los misóginos que son los hombres que “odian a las mujeres, manifiestan aversión hacia ellas o rehúyen su trato”. Es tal el odio que las viven maltratando por el simple hecho de existir y a todas las hacen sufrir. Lo triste del asunto es que fijo se le acerca el prototipo de mujer a la que le enseñaron desde chiquita que eso es amor: “porque te quiero, te aporreo”, así que siempre consiguen a sus víctimas, que valoran estas muestras de amor.

Además del misógino, está el líchigo que es aún peor. Ese quiere que se lo den gratis, sin hacer ningún esfuercito económico. Es el típico que invita un capuchino y dice que se le quedó su billetera, luego saca plata y va a un bar y no le da opción a la mujer de que pida lo que ella toma, simplemente ordena dos cervezas. Si a uno no le gusta la cerveza, pues mejor, porque ellos sin ningún reparo se la toman y luego pagan la cuenta.

El traqueto es todo lo contrario al anterior, ése sí no tiene ningún inconveniente en gastar todo lo que usted pida. De hecho hasta puede mandar a cerrar el bar en el que se encuentren, los centros comerciales, en fin. Con él llevará una vida de lujos, algunos impuestos, bueno…eso depende del gusto que usted tenga.

Lo bueno de él es que es sólo inversión y que usted podrá tener el cuerpo soñado y las pintas adecuadas para lucir toda esta reestructuración a la que fue sometida con él. Lo malo es que, una vez pase de moda, la cambiarán por otra y usted ya será historia.

El borracho es aquel que le mandan saludes de Bavaria y con eso queda listo. Con él hay que tener mucho cuidado porque si están en un bar la puede confundir con otra y chantarle su beso en frente suyo. No se sienta mal si le echa los perros a la más fea, usted sabe que el embellecedor hace de las suyas; si la hace pasar el ridículo, no se preocupe que al día siguiente no se acordará de nada, y todo seguirá igual.  

También están los polluelos que buscan una mujer mayor no por madurez, ni experiencia, pero sí buscando solvencia económica. No está mal, si pagamos por tratamientos rejuvenecedores, éste sería otro de ellos así que por qué no hacerlo.

Pero el peor de todos es el indeciso, que endulza el oído hasta más no poder y, después de lograr su objetivo, se arrepiente y dice: “es que no te quiero hacer daño”. Por lo menos, ese es más decente que el que desaparece sin dar ni siquiera una explicación y nos deja un trauma emocional porque nunca entendimos la razón de dicha desaparición y nos damos látigo por eso. ¿Quién dijo que fue culpa nuestra? Ese es un viejo loco que no supo valorar lo que tuvo al lado (hmm…será)

En fin, creo que no terminaría acá esta clasificación, pero lo cierto es que ‘a cada marrano le llega su Nochebuena’, así que los hay para todos los gustos, entonces dejemos de quejarnos de que hombres no hay y, peor todavía, de que todos son iguales porque para que vean que aquí quedó demostrado que no.