Buscar este blog

domingo, 17 de julio de 2011

Made in Rada


“No hay mujer fea, sino pobre”, afirman quienes están seguros que la belleza cuesta. Pero no hablan del costo de una dieta, del gimnasio o de una vida sana, sino del valor de las cirugías plásticas, ojalá practicadas por el cirujano más cotizado en Colombia: Sergio Rada. No puedo negar que en algún momento de mi vida quise practicarme alguna cirugía. Cuando era niña, mi papá me decía que tenía las orejas como las de Dumbo.
 
Siempre soñé con mandármelas a achicar, pero cuando crecí me dí cuenta que eran normales y que esos comentarios paternales eran en broma. Tan chistoso, no. En otro momento pensé seriamente hacerme la mamoplastia de reducción, pero las mujeres se empezaron hacer la de aumento. Entonces descubrí mi talento innato, razón por la que me arrepentí y dejé intactos mis atributos. Después quise la liposucción, pero por motivos económicos no pude. Hoy me pregunto qué hubiera sido de mi vida si tuviera esas cirugías. Probablemente ya me habría engordado y estaría ahorrando para volvérmela a hacer. Mis orejas tampoco habrían marcado ninguna diferencia.

Tal vez buscaría más defectos para resolver en el quirófano porque de lo que sí estoy segura es que quien entra allí por primera vez, no quiere volver a salir. Las cirugías son adictivas. Sólo basta con recordar a Michael Jackson que empezó arreglándose la nariz, la cual estaba desapareciendo porque, después de varios procedimientos, lastimó los tejidos. También se convirtió en blanco, cambió el mentón, los pómulos, los ojos y las cejas. Si Dios le hubiera dado más años de vida, quién sabe qué más hubiera hecho. ¿El resultado? Jackson no parecía terrícola.

Eso fue lo mismo que le ocurrió a Juan Carlos Abadía, alias ‘Chupeta’. El narcotraficante, capturado en Brasil, que después de ser un churro, se convirtió en otro extraterrestre por cuenta de las cirugías. Sin embargo, su intención era diferente porque él pretendía, al cambiar su fisonomía, burlar a las autoridades. El tiro le salió por la culata, porque fue capturado y quedó hediondo.

El otro día vi a una oriental que se iba a hacer una cirugía en los ojos, para que se los abrieran como los de una occidental. ¿Qué le garantizaba que con los ojos más grandes se iba a ver mejor? ¿No nos veremos más bonitas si nos cerramos los ojos como las orientales? Hagamos el intento, a ver si imponemos una nueva moda.

El procedimiento más común, para evitar el paso de los años y la llegada de la detestable ‘sejuela’, es el botox, que no es más que una sustancia que paraliza, temporalmente, los músculos. Por esta razón, hay que aplicárselo cada seis meses. No niego que desaparece las arrugas, al igual que la expresión natural de la cara. Por lo tanto, el semblante será el mismo siempre, independientemente del estado de ánimo de la persona.

Ahora los cuerpos, aparentemente, trabajados en el gimnasio son puro cuento. Qué desilusión el día que un actor, con un cuerpazo, publicó en Facebook que, después de ir a la esteticista, ella le aseguró que, en un mes, tendrá los cuadritos del estómago marcados.

¿Han oído hablar de la mesolipólisis láser? Pues es una forma de derretir el gordo y eso es lo que se han hecho, entre otras, las actrices Marcela Mar y Sara Corrales, quienes viven alardeando de que su cuerpo es trabajado 100% en el gimnasio.

De otra parte, la mamoplastia de aumento ha empezado a hacer de las suyas. Después de un tiempo, por tratarse de una sustancia ajena al cuerpo humano, trae consecuencias y eso fue lo que le ocurrió a Laura Acuña, quien piensa quitarse los implantes, al igual que Isabella Santodomingo porque ahora la moda es lo natural. Entonces como antes no lo era, hagamos fiesta con nuestro cuerpo, y que nos abran y cierren como si fuéramos una piñata.

La silicona en los labios requiere de cambio de prótesis cada cierto tiempo. Pero lo que nadie ha entendido es que las facciones van en armonía con nuestra fisonomía. Es como un programa de MTV en el que las jovencitas decían que querían ser, por citar un ejemplo, como Jennifer Aniston, y les hacían todas las cirugías necesarias para que se parecieran a ella. Ellas decían que su vida cambiaría y la felicidad les duraba poco tiempo porque, pese a su cambio físico, todo seguía igual.

Acaso creen ustedes que el senador Juan Lozano podría llegar a ser Presidente de la República, si se hace la rinoplastia. ¿Se lo imaginan con la nariz respingada? Perdería su esencia y su personalidad. Es mejor que se inventen cirugías que realmente cambien la vida. ¿No habrá una de neuronas para aquellos que no les funcionan? O, tal vez, ¿de carisma, actitud o amor propio? Creo que esas sí harían la diferencia. ¿Qué pasaría si la plata invertida en cirugías, la invirtieran en más estudios o en viajes? Ahora en Colombia hay planes turísticos para que los extranjeros vengan a practicarse cirugías estéticas. ¿No sería más enriquecedor que vinieran a conocer investigaciones o a estudiar en universidades colombianas?

Yo sé que me estoy quedando sola con mis planteamientos y que, probablemente, quienes me lean dirán que me quedaré ñoñando el resto de mis días, que me saldrán más arrugas y seré fea por siempre. A mi edad, ya no puedo aspirar a parecer de 20 y en cada etapa de la vida el concepto de belleza cambia. Tampoco pienso entrar a un quirófano y formar parte de una fábrica de muñecas en serie, como La Barbie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario