A pesar de que estamos en pleno siglo XXI, aún nos quedan las secuelas de la época de la Violencia en la cual, en Colombia, los 'godos'(conservadores) y 'cachiporros' (liberales) se peleaban entre sí sólo por discrepar de sus ideas políticas. Yo he sido víctima de esa polarización actual. ¿Usted también? Como todos sabemos, ‘Colombia es Pasión’ es la marca país que, en el 2010, está cumpliendo cinco años. En este caso en particular, aludiré a ‘Colombia es Pasión’ sin el ánimo de celebrar su quinto aniversario y tampoco para explicarles, como lo hace su gerente general, María Claudia Lacouture, que esta campaña “nació para contarle al mundo que somos una nación rica, pujante y vibrante”. Esto nada tiene que ver con lo voy a escribir, pues yo voy a hablar de la pasión, tal y como la define la Vigésima Segunda Edición del Diccionario de la Lengua Española: “Perturbación o afecto desordenado del ánimo”. Esta perturbación se da en el país en todos los campos: en el deporte, en la política y, en menor proporción, en la religión. Yo he sido víctima, en varias ocasiones, de esa ‘pasión’ en la política, y puedo asegurar que no soy la única. No me considero radical y creo que a los radicales les molesta sobremanera que yo no sea así. Creo en la diversidad de pensamiento, en que todas las tendencias políticas contribuyen al fortalecimiento de la democracia, lo que no quiere decir que, como ciudadana, no tenga mis preferencias. Sé que este es un pensamiento demasiado equilibrado y que, por esta razón, también me echarán la madre, como siempre que hablo de política con alguien. La primera vez que tuve una álgida discusión, en ese sentido, me tildaron de ‘guerrillera’. Eran las elecciones a la Alcaldía, en el año 2003, y yo voté por Lucho Garzón (voto que me dejó un guayabo moral de tres años de retroceso en mi ciudad), en lugar de votar por Juan Lozano. El día de elecciones, después de sufragar, hablé con un amigo, que empezó a cuestionarme el voto no sólo porque Lucho era una persona de izquierda, sino por ser hijo de una empleada de servicio. ¿Pueden creerlo? Yo, con mayor razón, defendí esa condición y señalé que era un mérito mayor del candidato, pues ‘Lucho’ empezó desde abajo y miren ya donde está. Creo que ese argumento le hirvió la sangre a mi interlocutor que me dijo que sólo una persona con “mentalidad guerrillera” podía pensar como yo y ya se imaginarán qué le respondí a ese sujeto. Tuve una amiga que, a su vez, fue la mejor amiga de un sindicalista asesinado por los paramilitares en Barranquilla y era militante del Polo Democrático. Fuimos muy buenas amigas, hasta el día en que me preguntó, en el año 2006, por quién votaría en las elecciones presidenciales. Yo siempre evité ese tema con ella porque era bastante radical, políticamente hablando, y la verdad me importaba su amistad. En ese entonces, el presidente Álvaro Uribe se enfrentaba a Carlos Gaviria y yo le dije que mi voto era a favor de Uribe. La cara de esa mujer se transformó, me preguntó las razones de mi decisión. En ese entonces yo estaba estudiando mi maestría en Administración Pública y mi ‘querida amiga’ me dijo que mis argumentos eran muy estúpidos para tratarse de una estudiante de post grado y, aunque no soy clarividente, sé que mentalmente me dijo ‘paramilitar’. Yo me contuve, respiré, porque, insisto en que no me parece que valga la pena sostener discusiones viscerales y mucho menos terminar una amistad por este motivo, pero hasta el sol de hoy no volví a saber de ella. De lo que sí estoy segura es que se hubiera indignado menos si le hubiera quitado el novio. No niego que me ‘apasiona’ la política, pero no se preocupen, pueden tener la certeza que nunca los mataré, ni los insultaré porque piensen diferente a mí. De hecho, está pasión está arraigada a mi profesión - el Periodismo - y no a la militancia de un partido en especial, por ahora. Me encanta ver los debates en el Congreso de la República y los argumentos de las diferentes partes, que enriquecen mucho más la discusión y el conocimiento que se adquiere en los mismos. El análisis y el estudio de la política, así como a la asesoría de quienes la ejercen son parte de mi profesión. Podría asesorar del mismo modo a una persona de izquierda, centro o derecha, porque en el ejercicio de mi carrera me desligo de mis puntos de vista personales, como debe ser. Pero quienes están sumidos en su radicalidad no pueden entenderlo. Igual no me importa. Ahora, en las últimas elecciones, los insultos han prevalecido en contra de quienes no votamos por el candidato del Partido Verde, Antanas Mockus. Los demás somos deshonestos, ‘hampones’, ignorantes, nos gustan los asesinatos, los ‘falsos positivos’ y la corrupción, entre otros. No entiendo la razón de ser de tantos agravios, sólo sé que me fui por otro lado y acabo de confesar que voté por Juan Manuel Santos, lo cual me hará víctima de otros insultos, pero bueno, poco a poco, me iré blindando porque, de igual manera, por una u otra razón, en Colombia, me putearán. | |
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jueves, 14 de julio de 2011
Colombia es Pasión
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