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domingo, 17 de julio de 2011

Año Nuevo...Vida Nueva


"Llega el fin de año, ahora me doy cuenta no ahorramos un peso y nunca hicimos dieta, no conseguí el carro y mucho menos beca. Me fui de la casa, sólo tengo deudas…" Esta canción de Don Tetto resume lo que le pasa a la mayoría de los mortales, que el 31 de diciembre de cada año enumeran una lista de buenos propósitos que cumplirán en el año siguiente, sin éxito alguno. "Año Nuevo, Vida Nueva" es con lo que todos sueñan y, por esta razón, la celebración está llena de deseos, buenas intenciones y agüeros que le permitirán recibir del nuevo año todo lo que usted cree merecer.

Sin embargo, lamento tener que aguarle la fiesta, pero yo no creo que, por obra y arte del Espíritu Santo, sus deseos se hagan realidad. Yo me pregunto ¿por qué el 2011 será su año y no lo han sido ni el 2010, el 2009 o el 2008? ¿Qué le garantiza que, en el 2011, conseguirá un mejor empleo, más salud, amor y prosperidad?

¿Será que con ropa interior amarilla usted atraerá a una persona del sexo opuesto? También cree que darle un beso a esa persona, a las 12 de la noche, es garantía de que conocerá el amor en el nuevo año. Pues no y lo digo categóricamente porque los dos últimos años he acudido a estos métodos con cero resultados. Claro que acabo de leer que la ropa interior se debe poner, primero, al revés, y después de la medianoche, al derecho… ¿será que, por saltarme esos pasos, no me funcionó?

Yo nunca he perdonado las 12 uvas a las 12 de la noche, sin importar la atragantada. En un principio, no anotaba los deseos, así que, por el afán, pedía el mismo deseo como cinco veces. Después, decidí anotarlos y los del año pasado los guardo en mi billetera. Lo más triste es que ninguno se cumplió. Es más, todos me salieron al revés, pedí más trabajo y, en el primer mes del año, lo perdí. Pedí por la salud de un ser querido, que ya no está con nosotros. También por mi salud y, en promedio, estuve enferma como seis meses del año, pero bueno, aún sigo vivita y dando lora. Lo que no sé es si estas desventuras son consecuencia de que el 1 de enero dichas uvas fueron expulsadas, por culpa de una gastroenteritis viral.

Lo del baño con champaña, para acabar con la mala suerte, no lo he hecho porque la única copa que me ofrecen anualmente, no alcanza para bañarme. Tampoco salgo a darle una vuelta a la manzana con la maleta. Lo hice cuando chiquita, en el parque aledaño a mi casa, y lo más lejos que llegué fue a Suba, donde quedaba mi colegio. El año pasado no salí y éste no viajé. El 31 no tengo programado salir y en enero me voy a Cartagena. ¿Qué tal que se me dañe el viaje por no dar esa vuelta? Amanecerá y veremos.

Julio Mario Santodomingo come lentejas a las 12 de la noche y, se supone, que esa comida es la que le trae prosperidad todo el año. Don Julio Mario no sólo es próspero, sino millonario. Por esta razón, un 31 quisimos seguir sus pasos, pero más allá de la indigestión de las lentejas, combinadas con el pavo y la ensalada de papa que habíamos comido con antelación, no conseguimos ni un cuarto de su fortuna.

También he recibido el año subida en una silla para que todos los males del Año Viejo pasen por debajo y no toquen el nuevo. No sé si funcionó o no, porque no recuerdo los males del año anterior, ni tampoco los del nuevo, de hecho no me acuerdo de nada, quizás por el mal del alzheimer precoz.

Lo que nunca me he atrevido a hacer es guardar debajo de mi cama tres papas: la pelada, medio pelada y sin pelar, para sacar, sin mirar, después una de ellas, que representará la situación económica del año venidero. ¿Y si saco la pelada? Es mejor dejar así. De lo que sí estoy segura es que quien quiere ser modelo debe comer zanahoria y tomate el 31 de diciembre, y los 365 días del año restantes.

Estos son, entre otros, los agüeros más comunes. Pero el 31 de diciembre también es un día de propósitos. Hacer dieta, ejercicio, dejar de fumar, conseguir un mejor trabajo, volver a estudiar, formar una familia, ser feliz, próspero, volverse más espiritual y llenarse de energía positiva, son el denominador común de dichas intenciones.

El problema es que quien va a hacer dieta, sucumbe ante el primer postre que se le aparece en frente. El que deja de fumar sólo lo logra hasta que se inventa la disculpa perfecta para recaer en el vicio. De otra parte, los gimnasios se enriquecen durante el primer mes del año con quienes dicen que van a hacer ejercicio y pagan un año de inscripción, pero la cuerda se les acaba a los 15 días, con el argumento de que carecen de tiempo para realizar cualquier tipo de actividad física. La espiritualidad culmina cuando la vida mundana los llama, y la energía positiva les dura sólo la primera semana de enero y la pierden la segunda, cuando el caos de la ciudad retome su curso.

No niego que todos los seres humanos tenemos buenas intenciones, aunque dilapidadas, porque no basta con desearlas para materializarlas. Pero bueno, no quiero dañarle más la fiesta del 31 y le cuento que el que persevera, alcanza y, a pesar de lo ocurrido durante este año, volveré a escribir mis 12 deseos y a realizar los agüeros respectivos. Lo cierto es que disfrutaré al máximo el 2011, porque el 2012 está a la vuelta de la esquina.

Como ariana, confiaré en la buena energía que me traerá Plutón en tránsito por la Casa Décima. Además, la carta astral dice que éste sí será mi año y, aunque no diré Año Nuevo, Vida Nueva...como bogotana, me conformo con decir Año Nuevo, Alcalde Nuevo. ¡Feliz 2011!

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